¿Cómo es viajar por el mundo con tu familia, aprendiendo sobre la marcha? La mejor manera de saberlo es escuchando directamente a una familia worldschooling. Hemos entrevistado a Paola, madre de Alejandro y Aitana, estudiantes de Clonlara, para que nos cuente su experiencia.
Clonlara: ¿En qué consiste vuestro proyecto de aprender viajando?
Paola: El proyecto de worldschooling de nuestra familia nace del deseo de aprender juntos a través de la experiencia directa con el mundo. Hemos cambiado las aulas tradicionales por paisajes en constante cambio: playas, montañas, ciudades llenas de historia y pueblos con culturas fascinantes. En esencia, nuestro objetivo es que el aprendizaje no se limite a los libros, sino que incluya vivir, explorar y conectar. Queremos que nuestros hijos descubran que el aprendizaje está en todas partes y que el mundo es su mejor maestro.
Por supuesto, esto no siempre es fácil: organizar itinerarios, coordinar el aprendizaje formal con las experiencias y equilibrar las necesidades de todos los miembros de la familia a veces nos pone a prueba. Pero cada día nos recuerda por qué elegimos este camino.
Clonlara: ¿Qué oportunidades de viajar os ha brindado el worldschooling?
Paola: Nuestro viaje nos ha llevado desde los fríos mares del Atlántico hasta las cálidas aguas turquesas del Mediterráneo, pasando por imponentes montañas y valles que parecen sacados de un cuento. Cada destino nos ha permitido adquirir nuevos conocimientos, pero hay una experiencia en particular que nos marcó profundamente: nuestra estancia en Ibiza.
Recorrimos la isla de punta a punta, explorando calas escondidas, playas doradas e incluso su punto más alto. Entre baño y ensaimada, investigamos Ibiza en todos sus aspectos: geografía, historia, cultura y gastronomía. Pero lo que más nos sorprendió fue descubrir la posidonia.
Sabíamos algo de ella, pero no éramos conscientes de su verdadera importancia. Esta planta (¡no es un alga!) es un pilar fundamental de la vida mediterránea: produce más oxígeno que los árboles, sirve de refugio y vivero a millones de especies marinas y es un indicador de aguas limpias y sanas. Sin embargo, tenemos la mala costumbre de considerarla solo como «esas cosas marrones que estropean la playa».
Nosotros también caímos en esa trampa. No voy a mentir: no esperábamos encontrar una playa paradisíaca con la orilla cubierta de posidonia seca. Pero, a medida que aprendíamos más, cambiaba nuestra perspectiva. Descubrimos que estas barreras naturales protegen las playas de la erosión y de las fuertes tormentas. Así que, en lugar de quejarnos, aprendimos a aceptarlas, entendiendo que forman parte del ecosistema. Y si realmente nos molestaban, podíamos simplemente caminar unos metros más o elegir otra playa.
Ibiza, Mallorca y Menorca intentan equilibrar la conservación de la posidonia con la comodidad del turismo, pero al final, la responsabilidad también es nuestra. Comprender su importancia es el primer paso para protegerla. Así que, ahora, cuando veamos posidonia en la arena, en lugar de suspirar frustrados, recordaremos todo lo que hace por el mar y le daremos las gracias en silencio.
Si esto ha despertado tu curiosidad, te invitamos a saber más sobre la posidonia. ¿Sabías que en la antigüedad se utilizaba como aislante térmico en las casas y como material de relleno para colchones? ¿O que hoy en día se le están descubriendo nuevos usos sostenibles, como la fabricación de papel ecológico y cosméticos naturales? Cuanto más aprendemos sobre ella, más nos damos cuenta de que es un tesoro del Mediterráneo que merece la pena proteger. Así que, la próxima vez que la veas en la playa, recuerda que es mucho más que «esas molestas algas».
Clonlara: ¿Qué retos habéis encontrado?
Paola: No voy a mentir, ¡ha habido muchos contratiempos! Vivir en un espacio tan pequeño como una autocaravana puede ser una auténtica prueba de paciencia. Hay días en los que surgen discusiones por cosas sencillas, como quién se queda con qué rincón para estudiar o quién se ha dejado algo en medio del pasillo. Pero, más allá de los pequeños roces cotidianos, uno de los mayores retos ha sido encontrar el equilibrio entre explorar el mundo y seguir una rutina académica.
Al principio, me frustraba no poder hacer todo lo que había planeado para el día. Pero poco a poco comprendí que si algo no se hace hoy, siempre habrá tiempo mañana. Aprender a soltar me ha llevado tiempo, pero ha sido una de las mejores lecciones que me ha dado este estilo de vida.
También descubrí que cada niño tiene su propio ritmo de aprendizaje. Aitana es como un torbellino: termina rápido lo que estamos haciendo y enseguida se le ocurren nuevas ideas que pone en práctica sin tardar. En cambio, Alejandro es más metódico: analiza cada paso con calma y considera cada detalle antes de avanzar. Y así pasa el tiempo… Mientras uno ya está pensando en el siguiente proyecto, el otro sigue explorando cada detalle con paciencia. Antes intentaba que ambos avanzaran «al mismo tiempo», pero me di cuenta de que el tiempo no es el mismo para todos, aunque el reloj siga marcando sus horas.
Este viaje no solo nos ha enseñado geografía e historia, sino también a ser más flexibles, a confiar en el proceso y, sobre todo, a disfrutar del viaje sin necesidad de precipitarse. Al final, aprender no es una carrera, sino una aventura que se vive a nuestro propio ritmo.
Clonlara: ¿Cómo es vuestro día a día?
Paola: No hay dos días iguales, y eso es parte de la magia de nuestro proyecto familiar. Ahora mismo, Alejandro y Aitana empiezan el día leyendo un buen rato en la cama, simplemente porque les gusta. Al principio me costó aceptarlo, porque tenía la idea de que lo más importante era levantarse y ponerse a «estudiar» inmediatamente. Pero con el tiempo, comprendí que este hábito de lectura es, en realidad, uno de nuestros mayores logros: el resultado de haberles inculcado el amor por los libros. La lectura es el eje central de nuestro aprendizaje, así que ahora aprecio profundamente esa primera parte del día.
Después de leer, desayunamos juntos y pasamos la mañana trabajando en proyectos. A veces son proyectos personales, ideas que surgen de su propia curiosidad, en los que me limito a observar sin intervenir. Otras veces, trabajamos en proyectos integradores que dirijo yo, pero siempre partiendo de sus intereses y conectándolos con los contenidos curriculares de forma flexible.
Más tarde, volvemos a leer en voz alta. Suele ser nuestro libro del mes y la dinámica es sencilla pero enriquecedora: leemos un capítulo y luego hablamos sobre él, compartiendo opiniones, interpretaciones, palabras clave y reflexiones. Estos momentos se han convertido en pequeños debates familiares en los que cada uno aporta su punto de vista y surgen nuevas ideas.
Intentamos seguir un plan de estudios, pero sin ser rígidos. Si un tema nos apasiona, nos permitimos profundizar en él. Si algo no nos interesa, buscamos otra forma de abordarlo o simplemente pasamos a otra cosa. La flexibilidad es una de las grandes ventajas de nuestro estilo de vida.
Por las tardes, salimos a explorar dondequiera que estemos: puede ser un museo, un parque natural, un mercado o un simple paseo por la playa. Nos gustan especialmente las rutas por calas y montañas; a veces incluso las hacemos por la mañana si el tiempo es ideal. Estas exploraciones son, sin duda, las que más nos aportan.
Cuando estamos en Madrid, donde vive nuestra familia, nuestros días son un poco más estructurados. Allí, los niños participan en actividades extraescolares como acrobacia, gimnasia rítmica y esquí. También continúan con sus clases online de piano y guitarra, estemos donde estemos.
Ahora bien, no todo es perfecto. Hay días en los que todo se sale de madre: el cansancio nos atrapa, falla la conexión a Internet o, simplemente, hay un mal humor colectivo que lo complica todo. Y no pasa nada. Esos días nos recuerdan que no se trata de tener una rutina impecable, sino de adaptarnos a lo que la vida nos presenta, aprender de ello y seguir adelante.
Clonlara: ¿Qué experiencias de aprendizaje significativas os gustaría compartir con otras familias?
Paola: Si tuviéramos que elegir una experiencia que nos haya marcado profundamente, esa sería, sin duda, la decisión de vivir de otra manera. Elegir el camino del worldschooling y convertir nuestra autocaravana en un hogar y una escuela sobre ruedas ha sido un reto lleno de altibajos. Hay días en los que el espacio parece reducirse, en los que echamos de menos la estabilidad de una casa tradicional o en los que la incertidumbre nos sacude. Pero hemos aprendido que todo en la vida tiene sus pros y sus contras, y a pesar de los retos, este camino ha merecido —y sigue mereciendo— la pena.
Viajar mientras aprendemos nos ha permitido conectar con el mundo de una forma que nunca imaginamos. Nos ha enseñado que no basta con acumular conocimientos; lo verdaderamente transformador es relacionarnos con lo que nos rodea, preguntarnos por qué y cómo son las cosas, escuchar otras voces y aprender diferentes formas de vida. Cada lugar que visitamos, cada persona que conocemos, cada cultura con la que interactuamos nos ayuda a nutrir nuestro ser, a ampliar nuestra visión del mundo y a comprender que no hay una única forma de vivir.
El aprendizaje académico es importante; conocer conceptos, métodos y teorías nos ayuda a desenvolvernos en la sociedad. Pero nutrir nuestro ser y conectar con nuestras emociones, creatividad y capacidad de adaptación es lo que realmente nos hace sentirnos completos.
Así que, si alguna vez tienes la oportunidad de viajar, de salir de la rutina, de conocer otras formas de vida y perspectivas, aprovéchala. Da igual si es lejos o cerca, con o sin niños, durante unos días o años. Cada viaje, cada encuentro con lo desconocido nos transforma y nos recuerda que aprendemos no solo en los libros, sino también en cada rincón del mundo que decidimos explorar.
Clonlara: ¿Cómo ha sido vuestra experiencia con Clonlara?
Paola: Sin duda, elegir Clonlara para educar a nuestros hijos en casa mientras viajamos ha sido una de las mejores decisiones. Cuando eliges un camino diferente al tradicional, es normal tener dudas y preguntarte si realmente estás ofreciendo lo mejor a tus hijos. Pero Clonlara ha sido ese apoyo que nos recuerda que no estamos solos y que la educación puede y debe adaptarse a la vida, y no al revés.
Clonlara: ¿Qué es lo que más os gusta de ser una familia Clonlara?
Paola: Lo que más valoramos de ser una familia Clonlara es la libertad con apoyo. No se trata solo de educar en casa, sino de tener un respaldo que nos permite personalizar el aprendizaje sin sentirnos desconectados del sistema educativo. Nos han ofrecido flexibilidad sin perder estructura, dándonos herramientas para asegurarnos de que nuestros hijos progresan.
Clonlara: ¿Cómo ha contribuido Clonlara a vuestro proyecto familiar?
Paola: En nuestro caso, viajar forma parte de nuestra vida y de nuestra educación, y Clonlara ha sido clave para integrar todo lo que vivimos en nuestro aprendizaje. Desde ayudarnos a diseñar proyectos basados en nuestras experiencias hasta documentar el crecimiento académico de nuestros hijos, siempre hemos sentido que nuestra forma de aprender es válida y enriquecedora.
Si alguien está considerando hacer homeschooling y busca una comunidad que apoye, inspire y facilite este proceso sin imponer límites a la creatividad y curiosidad de los niños, Clonlara es sin duda una opción que merece la pena explorar.
Clonlara: ¿Hay algo más que queráis compartir con la comunidad de Clonlara?
Paola: Sí, nos gustaría compartir algo que hemos aprendido en este viaje: la educación en el hogar no es perfecta, y eso está bien. Al principio, es fácil imaginar una experiencia idílica, con niños siempre motivados, proyectos fascinantes y días estructurados que fluyen sin problemas. Pero la realidad es que hay días caóticos, momentos de duda y épocas en las que parece que no avanzamos. Y, sin embargo, sigue siendo una de las decisiones más valiosas que hemos tomado como familia.
Cada niño tiene su propio ritmo, intereses y formas de aprender. Y cada familia tiene su propia dinámica, su nivel de estructura y su estilo de enseñanza. No hay una única manera de hacer homeschooling, y eso es lo que la hace tan especial. Lo importante es recordar que no estamos reproduciendo la escuela en casa, sino creando una educación que se adapta a nuestras vidas.
Si estás empezando a educar en el hogar o si alguna vez dudas de tu camino, te animamos a que confíes en el proceso. No se trata de abarcarlo todo en un día ni de seguir un plan de estudios al pie de la letra. Se trata de aprender juntos, descubrir lo que funciona y lo que no, permitirnos cometer errores y ajustar el rumbo cuando sea necesario.
Y lo más importante es que el homeschooling no significa hacerlo todo solo. Contar con una comunidad como la de Clonlara nos ha ayudado a sentirnos apoyados, a compartir experiencias y a darnos cuenta de que cada familia recorre este camino a su manera, pero con el mismo propósito: dar a nuestros hijos una educación que no solo les enseñe, sino que también les transforme.
Así que, tanto quienes estén considerando esta opción como quienes ya estén en el camino, solo podemos decirles: confíen, disfruten del proceso y recuerden que se aprende en todas partes, incluso en los días más caóticos.
¡Gracias Paola por compartir la historia de su familia con nosotros! Sabemos que inspirará a otros que quieran integrar los viajes y el aprendizaje como forma de vida.
Nos encanta conocer las experiencias de nuestros estudiantes. Si quieres compartir la historia de tu familia, ¡háznoslo saber!
Y permanece atento a más entrevistas…