¿Qué hay detrás de un ‘no quiero’?: Cómo transformar el conflicto en auténtico diálogo

Cuando un niño parece estar en pie de guerra con el mundo —contestando de forma brusca, resistiéndose a las normas o mostrando actitudes desafiantes—, es fácil caer en la trampa de los enfrentamientos y las luchas de poder. Sin embargo, detrás de esa actitud desafiante, muchas veces hay un mensaje oculto que aún no sabe expresar de otro modo.

En lugar de centrarnos únicamente en corregir el comportamiento, podemos aprovechar esos momentos para abrir canales de comunicación más profundos y significativos. En este artículo, exploraremos estrategias para convertir esos conflictos en oportunidades para conectar con nuestros hijos, fomentar el diálogo y, sobre todo, enseñarles a expresar lo que sienten sin recurrir al desafío o la confrontación.

Desde preguntas abiertas hasta técnicas para validar sus emociones, aprenderemos a escuchar más allá de las palabras y a crear un espacio seguro para que nuestros hijos se sientan vistos, escuchados y comprendidos.

Crea un espacio seguro para el diálogo

Antes de intentar hablar sobre el comportamiento, es fundamental que su hijo sienta que puede expresarse sin ser juzgado o castigado. Puedes usar frases que abran la conversación de forma suave:

  • “Me he dado cuenta de que últimamente pareces muy enfadado. ¿Quieres contarme qué está pasando?”
  • “A veces cuando nos sentimos mal, decimos cosas que realmente no queremos decir. ¿Qué ha pasado hoy que te hizo sentir así?”

En lugar de preguntar directamente “¿Por qué estás tan contestón?”, puedes utilizar un tono cercano y empático que invite a la apertura.

Preguntas abiertas y sin juicio

Las preguntas abiertas permiten a tu hijo a reflexionar sobre sus emociones y verbalizarlas sin sentirse acorralado. Evita preguntas cerradas que solo admiten un “sí” o “no”. Aquí te dejo algunos ejemplos:

  • “¿Qué cosas te están molestando últimamente?”
  • “Cuando contestas de esa forma, ¿qué te gustaría que los demás entendieran?”
  • “¿Qué crees que podría ayudarte a sentirte más tranquilo cuando estás molesto?”

Este tipo de preguntas le muestran a tu hijo que te interesa su perspectiva y que estás dispuesta a escuchar sin juzgarlo.

Nombra las emociones sin imponerlas

Cuando un niño se siente comprendido, baja sus defensas y se abre al diálogo. Para ello, puedes nombrar lo que intuyes que él o ella está sintiendo, pero sin imponerlo como una verdad absoluta:

  • “Me da la sensación de que hoy te has sentido muy frustrado. ¿Es así o me estoy equivocando?”
  • “A veces cuando uno contesta de forma brusca, es porque está muy cansado o enfadado. ¿Te pasa eso?”

Si él corrige lo que has dicho, acepta su corrección sin intentar convencerlo de lo contrario. Solo el hecho de escuchar su versión le ayudará a tomar conciencia de lo que siente.

 Usa el método “Escucho, Resumo, Pregunto”

Este método es muy útil para dialogar cuando las emociones están a flor de piel:

  • Escucho: Deja que hable sin interrumpirlo, ni para corregirlo ni para darle soluciones inmediatas.
  • Resumo: Repite lo que ha dicho con tus propias palabras para asegurarte de que has entendido bien. “Entonces, lo que me dices es que te sientes muy enfadado porque no te dejamos decidir lo que quieres hacer después del almuerzo. ¿Es así?”
  • Pregunto: Haz una pregunta que le permita profundizar o encontrar una posible solución. “¿Qué crees que podríamos hacer para que te sientas más escuchado?”


Crea acuerdos colaborativos

En lugar de imponer reglas, prueba a involucrar a tu hijo en la creación de acuerdos que beneficien a ambos. Pregúntale qué necesita para sentirse más tranquilo o cómo cree que podría expresar mejor su malestar. Luego, plantea tus propias necesidades de forma asertiva y lleguen juntos a un acuerdo.

Ejemplo:

  • “Entiendo que te frustra cuando te digo que no puedes hacer algo en ese momento. ¿Qué te parecería si antes de contestar, respiramos hondo y me dices cómo te sientes? Así puedo entenderte mejor y tú te puedes sentir más escuchado.”


Cierra la conversación con conexión

Independientemente del resultado de la conversación, es importante cerrar con una afirmación positiva que refuerce la conexión emocional:

  • “Gracias por contarme lo que piensas. Me ha ayudado a entenderte mejor.”
  • “Siempre puedes hablar conmigo. Me importa mucho cómo te sientes.”

Esto deja la puerta abierta para futuras conversaciones y evita que se sienta que ha sido “interrogado” o que sus emociones han sido descalificadas.

Un paso a la vez, siempre conectados

Enseñar a nuestros hijos a expresarse con palabras y no con actitudes desafiantes es un proceso que requiere paciencia, empatía y constancia. Pero cada pequeña conversación en la que nos acercamos a ellos, cada vez que les ofrecemos un espacio seguro para hablar y ser escuchados, estamos fortaleciendo nuestro vínculo y ayudándoles a desarrollar herramientas emocionales que les servirán toda la vida.

Si sientes que la comunicación sigue siendo un reto o necesitas inspiración para seguir avanzando, te invitamos a ver este vídeo preparado por una de nuestras compañeras. Allí encontrarás más ideas para conectar con tus hijos y convertir los momentos de tensión en oportunidades para crecer juntos: Cómo crear conexiones más profundas con tus hijos.

Recuerda, no estás solo en este camino. Cada día es una nueva oportunidad para escuchar, aprender y acompañar a tus hijos en su proceso de crecimiento.

Cuéntanos tu experiencia y cómo manejas estas situaciones.