Nota del editor: Con motivo de nuestro 57 aniversario “miraremos hacia atrás ” en nuestros archivos para compartir artículos que son tan relevantes hoy como cuando se imprimieron. En este artículo, publicado originalmente en la edición de enero de 1999 de The Learning Edge , nuestra fundadora analizó el poder de dejar que los intereses de los estudiantes, no los libros de texto, guíen el proceso de aprendizaje.
Recordemos que primero vendría nuestra escuela presencial en Ann Arbor (Michigan) antes de nuestro acompañamiento a miles de familias a través de nuestros programas Off-Campus repartidos por todo el mundo.
Y para quienes se pregunten si no es contradictorio tener una escuela y acompañar a quienes hacen homeschooling, tras leer este artículo seguro que lo tendrán todo más claro.
¡Vamos allá!
La mayoría de las personas piensan en libros de texto, cuadernos de ejercicios y en sentarse en pupitres cuando piensan en la escuela. En el campus de la escuela de Clonlara, no tenemos pupitres en sí. Tenemos mesas, sillas, grandes almohadas y alfombras en el suelo, estanterías y huecos para guardar cosas, todo lo cual se puede usar como pupitres. No muy diferente a una casa.
No utilizamos libros de texto de forma habitual. Hay muchos disponibles, pero ninguno se asigna automáticamente. Éstos sirven más como libros de referencia que como textos en el sentido tradicional de la escuela.
Cuando la gente piensa en la escuela, normalmente piensa en materias como lectura, ortografía, matemáticas, etc., todas divididas en franjas horarias con recreo y pausa para el almuerzo incluidos. En Clonlara, hacemos hincapié en la indivisibilidad de las materias. Las matemáticas incluyen la lectura, las ciencias incluyen las matemáticas y la lectura, y así sucesivamente. El solapamiento es el nombre del juego. Sólo en las escuelas se dividen las cosas que se aprenden en segmentos de tiempo. ¿La razón de esto? El control. Cuando cientos, incluso miles de niños se reúnen, muchos contra su voluntad, en un lugar durante un período definido cada día, los mecanismos de control son imprescindibles, no te quepa duda.
Esta descripción no tiene nada que ver con la educación, sino únicamente con la escolarización. La educación en el hogar es algo aparte. No tiene por qué parecerse a la escuela convencional en ningún aspecto, a menos que el estudiante y sus padres así lo decidan.
Tomemos, por ejemplo, el cambio de estaciones. Si un estudiante muestra interés (y casi todo el mundo lo hará cuando se aborden estos temas con honestidad, naturalmente… no desde la perspectiva de un libro de texto) en la llegada del otoño, ese TEMA se convierte en el foco de las actividades (la “lección”): experimentar el aire libre, observar, disfrutar, mirar, caminar, hablar, susurrar, leer, llevar un registro de los acontecimientos. Esto implica todas las materias escolares: leer, contar, hacer gráficos, dibujar, etc. Más que eso, implica pensar y crear en lugar de engullir datos y repetirlos a la primera.
La escuela no tiene por qué significar seguir un horario y subrayar palabras en un libro de texto. Aprender a aprender es mucho mejor que aprender hechos. Aprender a través de la participación real despierta el interés.
En resumen, el niño es el currículo. Por eso recomendamos utilizar nuestro propio currículo o cualquier otro como documento de trabajo. Los más pequeños pueden comer, dormir, caminar y hablar de dinosaurios durante semanas o meses seguidos. Ésa es la verdadera esencia del aprendizaje basada en sus intereses. Cuando un niño/a tiene libertad para seguir esos caminos, aprende mucho más que el tema en cuestión. Visita museos, dibuja, colorea, inventa historias, escríbelas. Eso es aprendizaje. Es algo real, no dirigido.
Ah, pero el estudiante se quedará “por detrás” de su primo escolarizado, tal vez le preocupe. A corto plazo, sí. Puede que no sea capaz de recitar los mismos hechos. Pero a largo plazo, sin embargo, está la recompensa. Aprende a confiar en sí mismo y en su instinto. Aprende el método científico de investigación sin siquiera darse cuenta de que lo está practicando. Utiliza su cerebro como procesador, no sólo sus oídos, su mano o su boca.
Creo que esto es lo que Mark Twain quiso decir cuando dijo que nunca dejó que la escuela interfiriera con su educación.
¿Qué ideas tienes para convertir los intereses de tus hijos/as en el centro de sus actividades de aprendizaje? ¡Comparte tus ideas y consejos con los demás!